
La honesta presencia de su rostro
reducía las provocaciones de su vestido
en la que emergían sus senos
en el escote de su corpiño
que se ofrecían a los ojos
del que pasara
Había que detenerse un momento
y preguntarle su nombre
al hacerlo:
su respiración se alteró
y su mirada se clavó en mi mirada
era soltera y vivía en un pueblo cercano
Me miraba de manera zalamera, casi amorosa
y me preguntó mi nombre yo le correspondí
ella era una ingenua chica de 18 años
estudiante de secundaria
que buscaba trabajo en la ciudad
le advertí de los peligros
ella me contestó con esa sencillez
que es un refinamiento, y en las que
las almas cándidas creen descubrir
la expresión de una instantánea simpatía
le di varias direcciones
y nos despedimos...
dándole mis datos
para recomendarla
No me quería ir
pero era necesario seguir adelante
con la promesa de que se comunicaría conmigo.
Juandiegouribe
6 de febrero del 2009
19:38 horas
6 de febrero del 2009
19:38 horas
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